Cielos radiantes: Taniguchi vuelve a tocar nuestras fibras más sensibles

Cielos radiantes


Jiro Taniguchi posee un cúmulo de virtudes que hacen que leamos y recomendemos con fervor la casi totalidad de su obra. Además, tras la lectura, aún sin conocerlo sentimos hacia él admiración y respeto por ser capaz de transmitirnos de manera magistral todo lo que se propone, que no es poco.

Partiendo de un planteamiento que pudiera parecer poco original con respecto a sus anteriores mangas, Cielos radiantes vuelve a tocar nuestras fibras más sensibles para hacernos recapacitar sobre cuestiones a las que no dedicamos mucho tiempo en estos días que nos han tocado vivir.


Cielos radiantesUna noche de verano un hombre adulto de unos cuarenta años (personaje ya arquetípico en la obra de Taniguchi) y un joven motero chocan en un fatal accidente. Tras diez días en los que ambos permanecen en coma, Kazuhiro Kubota, casado y padre de una niña pequeña, muere y curiosamente al mismo tiempo el joven, Takuya, comienza a recuperar su actividad cerebral. Cuando al fin se despierta del coma el cuerpo maltrecho del joven Takuya contiene la consciencia y los recuerdos del adulto Kubota. Esta situación tan fantástica, tamizada por el maestro Taniguchi, nos resulta tan creíble como posible, y nos da pie a reflexionar en los mismos términos en los que lo hace el personaje. Como siempre hay un componente de sorpresa en el guión y llegamos a las últimas páginas con la sensación de que ha valido mucho la pena sumergirnos en el universo personal de nuestro autor favorito del país del sol naciente.


Cielos radiantesCielos radiantes
Jiro Taniguchi

Ponent Mon
Tomos: 1