Las guerras silenciosas, de Jaime Martín: algo más que historias de la puta mili

26/05/2014

Jaime Martín ha construido un relato sólido y muy sincero donde nos deja ver cómo y por qué ejerce la profesión de escritor y dibujante. Lo único que necesita un autor como este para accionar sus resortes creativos es encontrar algo con lo que realmente se identifique, así lo dice textualmente en la escena inicial del libro.

Su madre le sugiere, mas en broma que en serio, que cuente la mili de su padre Pepe para superar el trauma que ha hecho que se pase la vida contándola. Él le contesta que prefiere que le cuente cómo se conocieron, que tal vez eso si le motive y le inspire. Con ambas cosas Jaime Martín abordará Las guerras silenciosas.

Además de contar con estos testimonios directos de sus padres, ha entrevistado a amigos de la misma generación y ha trabajado con un cuaderno de memorias que su padre escribió a la vuelta de la mili. Nos muestra también sus dudas durante el proceso de gestación de la obra y alcanza, por otro lado, una dimensión de documento histórico nada desdeñable.

Aunque nos puedan parecer muy lejanos los ambientes de principios de los sesenta tenemos que recordar que, hasta el año 2000, todos los jóvenes españoles estaban obligados a hacer el servicio militar, y veinte o treinta años después de lo que se cuenta en esta obra las cosas no habían cambiado tanto en un estamento tan inmovilista como el ejército.

Teniendo en cuenta la singularidad del momento y del lugar donde José Martín, Pepe, hizo la mili, el territorio de Ifni (Marruecos), entendemos la crudeza de una experiencia imposible de olvidar para el resto de toda la vida. Si ya resultaba duro para cualquiera que le rompieran la juventud robándole año y medio de vida en el que poco o nada se podía aprender además de malas costumbres, el hecho de ser secuestrado en un sitio hostil, en condiciones infrahumanas y en el que se podía entrar en guerra en cualquier momento, hacían que este destino fuera la peor de las suertes que un joven de la época pudiese desear.

Jaime Martín administra sabiamente los recursos adquiridos en sus veintisiete años de profesional. Destacaríamos el ritmo preciso que consigue mantener al lector atrapado hasta la última página, y la capacidad que ha tenido, desde sus primeras historias, para dotar a sus personajes de una humanidad auténtica como sólo los grandes artistas saben hacer.

Por último y como muestra de la sinceridad que mencionábamos al principio, se nos deja ver una paradoja que los que ya tenemos cierta edad recordamos como una constante a través de las generaciones de todos los que hicieron la mili: Jaime dibuja una escena en la que su padre, pese a todas las penalidades, las injusticias y a su militancia izquierdista, admite que le gustó hacer la mili. Es un buen ejemplo de la contradicción inherente a la condición humana, y de que en nuestra memoria hay un mecanismo de autodefensa que tiende a olvidar lo peor y a recordar lo bueno.

Las guerras silenciosas
Jaime Martín

Norma
Tomos: 1