Canción para afundir flores no mar, de Óliver Añón: una excepcional obra de presentación
Desde que en 2005 un, por aquel entonces, prometedor David Rubín recibía el Premio Castelao por Onde ninguén pode chegar el galardón de la Deputación da Coruña dedicado al cómic ha recorrido un interesante camino que lo ha consolidado como el más importante dentro del ecosistema comiquero-galaico, además de irnos dejando a lo largo de los años un heterogéneo y variado corpus de obras ganadoras al que ahora se une Canción para afundir flores no mar, un hermoso y poético título que resultó ser el elegido en la edición de 2018 y que acaba de ser editado, como es habitual en estos últimos años, por la propia institución provincial.
Esta novela gráfica nos permite, además, descubrir a su autor, Óliver Añón, ilustrador y animador de profesión pero desconocido para nosotros hasta ahora. Alguien a quien seguiremos atentamente en el futuro, pues su Canción para afundir flores no mar nos ha dejado gratamente sorprendidos. Nacido en Barcelona en el seno de una familia emigrante gallega, al poco tiempo regresa a A Coruña, donde pasa su niñez y adolescencia para volver a Cataluña, ya formado, para trabajar en diversas productoras de animación, agencias de publicidad y de televisión. En 2015 retorna de nuevo a la ciudad herculina, donde reside en la actualidad.
Óliver Añón no plantea un relato lineal, sino más bien una recopilación de instantes y, sobre todo, de sensaciones sobre las que acecha, siempre, el paso del tiempo. A través de seis capítulos nos va a llevar, con un marcado tono autobiográfico, por diversas etapas vitales y sus correspondientes experiencias, momentos en los que, a veces, nos resulta muy fácil identificarnos con el narrador. De esta manera comparte con nosotros vivencias de los eternos veranos de la infancia, las hogueras de San Juan, el recuerdo de sus abuelos y abuelas, el fútbol en el colegio o los cambios que lleva implícita la adolescencia.
Para contarnos todo esto Añón interpreta y entiende a la perfección el papel del creador como demiurgo, su papel, y gestiona con una soltura y precisión tremendas el peso narrativo de la obra, que constantemente oscila entre otorgarle mayor relevancia al texto o a la parte gráfica. Incluso juega conscientemente con el tiempo de las escenas, comenzando varias de ellas por su final y desenvolviéndolas regresivamente. Estamos, por lo tanto, ante un autor que a pesar de no poseer mucha experiencia como historietista demuestra un gran conocimiento del medio y una enorme sabiduría a la hora de exprimir los recursos expresivos del mismo.
Respecto a su dibujo, llama poderosamente la atención la elegancia y limpieza de su trazo, con un excelente uso del blanco y negro y una querencia especial por las formas geométricas, características que, en cierta manera, entroncan esta Canción para afundir flores no mar con la obra de algunos de los más destacables valores de la bd galega de este siglo, como son Brais Rodríguez, Jano Viñuela, Begoña García-Alén o Andrés Magán.
En definitiva, le damos la bienvenida a este nuevo autor, que pasa a enriquecer el variado panorama de las viñetas gallegas y a su Canción, que, por supuesto, os recomendamos esperando que os guste y que os transmita tanto como lo ha hecho con nosotros.
Canción para afundir flores no mar
Óliver Añón
Deputación da Coruña
Tomos: 1