Portugal, de Cyril Pedrosa: dibujo y color emocional

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Cuando allá por 2008 descubrimos Tres Sombras, la obra con la que Pedrosa se daba a conocer al público español, no tuvimos pudor en decir que desde luego era la mejor lectura del año. Descubrimos un autor maduro y con un estilo muy consolidado para su edad, pero sobre todo descubrimos un inconformista. Caímos en la cuenta de que no se aceptaba a sí mismo y que cada página era una búsqueda, una lucha para deshacerse de ataduras que acabó dando sus frutos.

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Ahora tenemos en nuestras manos lo que presentimos como una gran obra, una magnífica y cuidada edición de Norma Editorial que incluye tres capítulos muy diferentes entre sí, tanto en el planteamiento como en el aspecto final. Esto pudiera parecer consecuencia de cierta improvisación, pero resulta ser un aliciente y, sobre todo, potencia el disfrute a nivel visual.

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La obra arranca con un flash-back en el que el protagonista, Simón (al que inmediatamente identificaremos con el autor) vive su última visita a Portugal siendo un niño de seis o siete años. Repentinamente la acción se traslada al presente, donde se nos muestra como un treintañero en un momento complicado de su vida. Por un lado sufre un bloqueo creativo que le impide abordar con seguridad lo que probablemente acabará siendo el cómic que tenemos entre manos, por otra parte su relación de pareja tampoco funciona bien. Una invitación a un festival de cómic en Lisboa provoca sensaciones nuevas y cierta catarsis que nos conduce al segundo capítulo.

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Hasta aquí, alguien no habituado a este tipo de narrativas pudiera decir que el conjunto resulta un tanto caótico, pero todas las páginas de este primer capítulo son la muestra de lo que puede hacer un virtuoso aún sin sentirse en plena forma: las de la niñez teñidas de un sepia melancólico, las ambientadas en Francia de un verdoso triste que sirve para describir el estado del personaje y las de Lisboa de un amarillo cálido y luminoso que invita a pensar en la esperanza. Estos cambios en la paleta resultan brillantes y son el complemento perfecto a exquisito dibujo emocional de Pedrosa.

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No vamos a diseccionar el segundo ni el tercer capítulo, porque el lector preferirá descubrir por sí mismo el torrente de sensaciones que se le vienen encima, aunque advertimos que son muy diferentes y sorprenderán conceptual y cromáticamente.

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Si en el primer párrafo de esta reseña hablábamos de una búsqueda y una lucha por escapar de un estilo, tras esta lectura entenderemos Portugal como la búsqueda de una identidad personal. En una conversación, un personaje maduro pregunta al protagonista:

- Y tú Simón ¿qué eres?
- Me lo estoy preguntando hace rato – responde Simón.

Nosotros hubiéramos respondido sin pensarlo:

- Un artista como la copa de un pino.


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Cyril Pedrosa

Norma
Tomos: 1